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Primera marcha del orgullo en México

Así fue la primera marcha del Orgullo en México

Ciudad de México.— Antes del confeti, las carrozas y los festivales patrocinados, hubo miedo. Y fue ese temor al desempleo, a la cárcel, al rechazo, y es que el que en 1979 impulsó a cerca de mil personas a tomar las calles en lo que fue la primera Marcha del Orgullo LGBTIQAP+ en México. Aquel 29 de junio, bajo máscaras y pancartas, comenzó una historia de lucha.

Organizada por el Frente Homosexual de Acción Revolucionaria, el colectivo de lesbianas Oikabeth y otros grupos disidentes, la marcha partió del Ángel de la Independencia rumbo al Zócalo capitalino. No se trataba de una celebración, sino de una afirmación política. Muchos asistieron con el rostro cubierto: sabían que salir del clóset públicamente podía costarles todo.

En aquellos años, la homosexualidad era criminalizada en varios estados. El lema “No hay libertad política sin libertad sexual” sintetizaba un reclamo más amplio: el derecho a existir sin miedo. La policía intentó reprimir, pero no pudieron frenar lo que ya era irreversible.

Hoy, más de cuatro décadas después, la Marcha del Orgullo en la CDMX es una de las más grandes del mundo. En su edición más reciente, más de 250 mil personas se sumaron para exigir justicia, celebrar la diversidad y honrar a quienes abrieron el camino.

Recordar por qué se marchó es tan urgente como seguir marchando. Porque el orgullo comenzó como un acto de resistencia. Y porque, como dijo Nancy Cárdenas, pionera del movimiento: “No se puede hablar de democracia sin hablar de libertad sexual.”

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Fundadora de Match Informa, Match Judicial y Match Elecciones. Estratega independiente, mapeadora de riesgos y activista por la justicia y la verdad. Soy Alina Paola Pantoja, y creo en el periodismo que incomoda, en la ciudadanía que se organiza y en la memoria como forma de resistencia. Desde 2025 he impulsado proyectos independientes que visibilizan lo que el sistema calla: violencias invisibles, omisiones judiciales, derechos pisoteados. No vengo de los medios. Vengo de las trincheras. Y escribo para que nadie más tenga que pasar por el silencio que a mí me impusieron.

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